La fotografía como afición y otras artes visuales

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Graves daños en fotografías en el infrarrojo - Fujifilm GS645S + Hoya IR72 + Rollei Superpan 200 Pro

Hace unas semanas consumí el último rollo de película que me quedaba apto para la fotografía en el espectro del infrarrojo. Era un rollo de Ilford SFX 200. Y la idea de poder hacer este tipo de fotografía sin necesidad de cargar con el trípode funcionó bastante bien. Así que aprovechando un pedido de material sensible, pedí unos cuantos rollos más de esta película. Pero como no es la película más barata precisamente de la gama de la marca británica, y hasta el momento mis experiencias con la Rollei Superpan 200 Pro habían sido buenas, pedí también un par de rollos de esta última, para comprobar que se podían usar de la misma forma. Al fin y al cabo, la sensibilidad nominal es la misma, y la corrección que introduzco en la exposición cuando uso el filtro Hoya IR72 es la misma.

He de decir que hace dos años tuve algunas malas experiencias con unos rollos de la marca Rollei... pero dado que eran otra emulsión y una sola ocasión puntual, decidí arriesgar. Al fin y al cabo, este invierno usé algún rollo de Rollei 80S en formato 135 con la Olympus Pen F y no tuve ningún problema. Al contrario, buenos resultados. Con la Superpan 200 nunca había tenido problemas. Con estos antecedentes, el sábado pasado puse un rollo de Superpan 200 en la Fujifilm GS645S Wide60, con el filtro Hoya IR72 enroscado en el frontal del objetivo, y aprovechando el día de sol radiante fui haciendo fotos en el entorno de los ríos Huerva y Ebro a su paso por la ciudad de Zaragoza, mientras me dirigía caminando a hacer la compra.

El revelado de la película, sin ningún misterio. El que ya había utilizado con antelación sin ningún problema. Kodak HC-110 dilución B (1+31), 6 minutos a 20 ºC, comprobados con mis termómetros habituales. El paro, con la misma agua que el revelador, también a 20 ºC. Y el fijador, previamente preparado, cómo estaba a una temperatura algo más alta porque mi aire acondicionado sólo está en el salón y en la estantería donde lo guardo hace más calorcito, lo atemperé durante un rato en el frigorífico para ser usado a unos 22 ºC. Temperatura muy similar. Nunca había tenido problemas por hacerlo así. Como nunca había tenido problemas luego al lavar bajo el grifo con el agua saliendo a 25-26 ºC, que es la temperatura a la que sale durante el verano. Sin embargo, algo había ido mal, y lo vi en cuanto colgué los negativos a secar. Sabía perfectamente que el cielo estaba ese día inmaculado, sin nubes de ningún tipo. Y sin embargo, en los negativos se apreciaba irregularidades en los tonos del cielo.

Inmediatamente empecé a temer algo. Una sensación que se me había quedado en todo el proceso. La posibilidad que durante el lavado, el monomando del grifo no estuviera perfectamente en la posición "agua fría" y la temperatura del lavado fuese superior a la prevista. Un par de días más tarde, con tiempo y tranquilidad, digitalicé con mucho cariño los negativos con la Panasonic Lumix G9 en su modo de alta resolución, casi 80 megapíxeles aprovechables por negativo, que aparecieron bastante nítidos... pero con zonas en la que la emulsión se veía deteriorada. Quizá lo que los más sabios que yo llaman "reticulada". Nunca me había pasado algo así desde que empecé a revelar en 1992.

He comentado ya el caso en grupos y foros de aficionados y profesionales de la fotografía con película tradicional, en los que siempre hay personas con más conocimientos y experiencia que yo. Algunas voces que considero autorizadas no tienen claro el tema de las temperaturas. Afirman que en caso de "shock térmico" el reticulado hubiese sido en toda la emulsión y no sólo en algunas zonas. Por lo que entiendo, el problema del reticulado tiene más que ver, no con la temperatura de los líquidos, sino con la diferencia de temperaturas, excesivas y bruscas, entre los diversos baños. Y vuelvo a escuchar quejas de que la calidad de fabricación de las Rollei deja que desear. Las emulsiones, fabricadas por Agfa-Gevaert en Bélgica, según parece, están basadas en emulsiones conocidas desde hace décadas. Pero el envasado final parece que podría estar realizado en la República Checa por Foma. Hay semejanzas claras en los envasados entre las Foma y todas o algunas de las Rollei. El caso es que según algunas voces, en algún momento del proceso de fabricación y envasado, los niveles de calidad no estarían a la alturas de las ya desaparecidas películas Agfa, por mucho que las emulsiones sean herederas de aquellas.

El caso es que... es una pena. Porque por lo demás la exposición, la nitidez y el aprovechamiento de los negativos eran buenos. Si no fuese por la inseguridad que genera esta situación, la calidad de la imagen está a la par de la Ilford SFX 200, quizá con un grano un poco menos marcado incluso, lo que podría proporcionar algo más de nitidez, la SFX 200 tiene un grano muy marcado para su sensibilidad nominal en mi experiencia, y con un coste menor. La Ilford es un 40% más cara que la Rollei. En fin... Me queda un rollo de Rollei Superpan 200. Volveré a repetir la experiencia, con especial cuidado en todos los pasos del proceso. Y ya os contaré si al final llego a la sospecha de que la culpa fue de la emulsión o de mi mala pata. Cosa que no puede desechar; no puedo ser tan soberbio, con los datos que tengo. Pero ya son tres rollos de película de la marca Rollei que me salen rana en el plazo de dos años.

Una cámara "de juguete" en Albarracín y los Montes Universales - Lomography ActionSampler con Rollei Superpan 200

Comentaba recientemente nuestro paseo por Albarracín en el que, además de una cámara digital, saqué a pasear la Canon EOS 650 con un carrete de Fujicolor Superia Xtra 400. Pero llevaba algo más en el bolsillo. Decidí rescatar de la estantería unos días antes de esta excursión, la plasticosa Lomography ActionSampler, una de esas cámaras "de juguete", para un uso informal, pero que pueden tener su gracia y su expresividad.

Recordemos las características de esta cámara.

Con una colorida decoración, es una cámara de plástico, absolutamente elemental. Apertura fija, velocidad de obturación única, y cuatro lentes que dividen en el tradicional negativo de 36 x 24 mm en cuatro cuadros con una superficie similar a la de los modernos sensores micro cuatro tercios, que se van exponiendo por turno, ya que el obturador no se abre simultáneamente para los cuatro. Como consecuencia, si sumas el error de paralaje de cada una de las cuatro lentes a la posibilidad de que algún elemento de la imagen esté en movimiento, los cuatro cuadros no son exactamente iguales. La denominación de la cámara, ActionSampler, resalta su intención de que sea usada en situaciones dinámica, con sujetos en movimiento, para mayor efecto.

Lo cierto es que en esta ocasión la he usado en situaciones más bien estáticas, donde me interesaba más la repetitividad del motivo, ligeramente distinto, o con una afectación distinta de las aberraciones propias de los meniscos de plástico que constituyen las lentes de esta cámara. La película usada ha sido un carrete de Rollei Superpan 200, que compré hace tiempo por la posibilidad de usarlo como película infrarroja, pero que tenía abandonado al decidir que iba a limitar la fotografía infrarroja al formato medio.

Tradicionalmente, no he sido muy aficionado del material sensible ISO 200. Cuando hay demasiada luz, me parece excesiva, especialmente si quieres usar diafragmas muy abiertos. Cuando empieza a escasear, se me queda corta. Sin embargo, es un índice de exposición muy frecuente en estos días. Hay muchos sensores digitales cuya sensibilidad base, por lo tanto la que ofrece mejor calidad, es ISO 200. Las películas en color económicas, aunque no necesariamente malas, también están en esa sensibilidad. Y recientemente he ido comprobando, con determinadas películas en blanco y negro de ISO 100-125, que un forzado de un paso no les sienta mal. Pero como habitualmente esas películas las uso con un filtro amarillo o naranja... a efectos prácticos es como usar un índice de exposición de 50 a 125, según el filtro.

Pero en esta ocasión, con experiencias previas con la Superpan 200, sin poder modificar el diafragma o la velocidad de obturación, sabía que una cierta sobreexposición y algo de subexposición no me iba a impedir obtener fotografías razonables.

El revelado lo he realizado con Kodak HC-110, dilución B (1+31), durante 6 minutos a 20 ºC. Es la recomendación que nos dan en The Massive Dev Chart, para un índice de exposición de 200. Se han digitalizado los negativos con la Panasonic Lumix G9 y el objetivo Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH. No he ajustado mucho el cuadro al sensor. La calidad de imagen que ofrecen las lentes de plástico de la cámara es muy limitada, por lo que al final no merece la pena tener archivos de mucho más allá de 6 o 7 megapíxeles, para ampliaciones de tamaño DIN A-4 o DIN A-3 con un amplio margen blanco. Ya se observará en la limitada calidad que da una visualización web, que la nitidez no es la principal virtud de las fotografías que ofrecen estas cámaras "de juguete".

Lo que sí podemos decir que los negativos tienen una variedad de aspectos, desde los muy tenues, claramente subexpuestos, hasta los más densos, claramente sobreexpuestos. Pero en ninguno me he encontrado sombras bloqueadas o luces empastadas.

¿Los resultados? Pues lo que ya suponía, y he venido ya indicando más arriba. Cuanta mayor variación exista entre los cuatro cuadros de la fotografía, más sentido expresivo tiene esta. En esta ocasión, los resultados no son para tirar cohetes. Imágenes muy estáticas, y muchas de ellas con el objeto principal situado a una distancia apreciablemente larga. Eso minimiza la variabilidad entre los cuatro cuadros; por lo tanto, las fotografías pueden resultar algo monótonos. Fotografiando sobre objetos cercanos, como retratos, el error de paralelismo ofrece variaciones que pueden ser interesantes. Y si el sujeto se está moviendo, el retardo del obturador entre los cuatro cuadros, también.

Sólo algunas fotografías realizadas a contraluz o en motivos próximos, generan efectos propios de la variabilidad entre la cuatro lentes que pueden generar un cierta expresión diferenciadora.

Pero bueno. Es cuestión de seguir usando de vez en cuando la cámara en un futuro hasta ir encontrando los sujetos en los que tiene más razón de ser el uso de una cámara "de juguete" como esta que, eso sí, llamó la atención de varios de los pocos turistas con los que nos cruzamos y que nos permitió entablar alguna conversación e incluso comer acompañados de desconocidos, que enriquecieron el diálogo durante la comida. Bien está.

Paisaje infrarrojo con Yashica Mat 124G

Publiqué hace unos días algunas fotografías de un par de rollos de Lomography 100 Earl Grey realizados con mi Yashica Mat 124G. Como ya comenté, fue mi primera cámara de medio formato, pero que desde hace cuatro años prácticamente no la he usado porque un accidente estropeó algunos elementos sin los cuales su manejo es muy poco práctico. Habiendo llegado a una situación de compromiso, me apetece volver a usarla. Veamos como recordtorio el aparato, una réflex binocular de aspecto muy clásico.

En sentido estricto, pocas ventajas ofrece sobre el uso de la Hasselblad 503CX con el Planar 80/2,8. La distancia focal del objetivo es la misma, pero el Planar es 2/3 de punto más luminoso; f/2,8 frente a f/3,5. La visión réflex directa de la Hasselblad soslaya el error de paralelismo del visor réflex binocular de la Yashica. El Planar tiene un diseño mucho más avanzado que el derivado de la fórmula del Tessar que tiene la Yashica, aunque reconozco que este tiene mucho encando. Esas ventajas son que la cámara es mucho más ligera, y que la Yashica tiene un fotómetro incorporado... que incluso después de haberle puesto pilas nuevas no tengo claro que esté bien calibrado.

No quedé muy contento con las fotografías realizadas con la Earl Grey de Lomography. El contraste era bajo, muy bajo, y daba la impresión de que había un elevado grado de difusión de la luz en el fotograma. Dos posibles explicaciones tenía esa situación, dadas mis experiencias previas. Que la película se hubiese comportado mal por algún motivo, era la primera. Resultaron negativos claramente sobreexpuestos, cosa que me extrañó un poco ya que medí con fotómetro de luz incidente que suele ser muy preciso. Pude cometer algún error en todo el proceso. La segunda explicación era que, habiendo abusado de las composiciones a contraluz, el objetivo de la Yashica no hubiese sido capaz de aguantar adecuadamente la situación. No recordaba un comportamiento de este tipo con esta cámara, pero era evidente que cuando el contraste original de la escena era más exagerado, especialmente con las situaciones a contraluz, más acusada era la pérdida de contraste.

Lo cierto es que en esos días también tiré un rollo de Rollei Superpan 200 Pro, usando el filtro Hoya IR72 de modo que sólo llegasen a la emulsión sensible las longitudes de onda correspondientes al rojo muy muy muy profundo y al infrarrojo cercano. Como las rosca del objetivo no se corresponde con la Bayoneta tipo I de la cámara para fijar complementos a su sistema óptico, el filtro fue sostenido a mano delante del mismo durante la exposición. Sólo en uno de los fotogramas, que podéis ver a continuación, en el que la luz llegaba desde un lateral, hay un artefacto debido a un reflejo indeseado de la luz.

El contraste general de las escenas, aunque ligeramente más bajo del que obtengo con la Fujifilm GS645S Wide 60, es bueno.

Es cierto que por la propia naturaleza del paisaje en el espectro del infrarrojo, tengo ya la experiencia para no orientar nunca la cámara hacia el sol. El efecto buscado, el contraste entre las zonas de la excena que reflejan abundante luz infrarroja y las que no, se ve muy atenuado si el sol entra en la escena o se encuentra próximo a la misma. Por lo tanto, los peligros de pérdidas de contraste por contraluces y escenas similares es mucho menor.

En general, la experiencia es positiva. No había realizado paisajes en el espectro del infrarrojo en formato cuadrado, y creo que es una opción interesante que merece la pena tener disponible. El otoño en Zaragoza va muy retrasado, así que todavía había en la primera mitad de noviembre abundante follaje verde en los campos y parques próximos, por lo que se puede aprovechar todavía para este tipo de fotografía. Y así sigo ganando experiencia, y añadiendo alguna nueva fotografía al modesto porfolio que voy a recoger de fotografía infrarroja en paisaje urbano y periurbano.

Paisaje en infrarrojo con Rollei Superpan 200 Pro de 35 mm

Durante el verano he ido realizando una serie de paisajes en blanco y negro en el espectro del infrarrojo recorriendo las riberas del río Ebro a su paso por Zaragoza. A un ritmo más lento de lo que yo pensaba. Mi idea era que el modesto proyecto de reflejar el conjunto de las mismas bajo esta forma de expresión fotográfica pudiese culminar antes de la llegada del otoño. Es importante la presencia de vegetación en abundancia y temperaturas cálidas para conseguir el mayor efecto con este tipo de material. Pero unas semanas hasta que repuse película, más el tiempo no siempre apropiado otras veces, han hecho que la cosa haya ido más despacio de lo que pensaba.

Hace un par de domingos... o tres, que el tiempo pasa muy deprisa, afronté una de las etapas de este proyecto, pero con una variante. Hasta ese momento había utilizado la Fujifilm GS645S Wide 60, formato medio de 6 x 4,5, y película Rollei en sus variantes Superpan 200 Pro y Retro 80S, con el consabido filtro Hoya IR72. Con buenos resultados. En esta ocasión, opté por un carrete de película de 35 mm de Superpan 200 Pro. Más del doble de oportunidades, menos tamaño disponible.

El entorno escogido para esta subserie fue el del azud del río Ebro, a ambas orillas, en una mañana de domingo muy luminosa, lo cual estaba muy bien para mis propósitos, pero con el hándicap de un viento quizá demasiado intenso. La abundancia de luz me permitió velocidades de obturación de entre 1/15 y 1/30 segundos. Pero el riesgo de imagen borrosa por el movimiento de las ramas de los árboles por el viento estaba ahí. Protegí la cámara con mi cuerpo, e intenté aprovechar los momentos en que el viento amainaba. Pero indudablemente, en algunas fotografías se nota ese movimiento de las ramas y las hojas.

Hubiese podido optar por cerrar el diafragma más allá del f/11 que fue mi apertura de trabajo, y buscar el efecto de movimiento de las nubes con velocidades aún más lentas. Pero aunque había alguna, que iba a destacar sobre el oscuro cielo que obtenemos en la fotografía en el espectro infrarrojo, era insuficientes para dedicarse a ello.

Tenía varias posibilidades para escoger una cámara de 35 mm con las que realizar la subserie de fotografías. La más obvia quizá fuera la Pentax MX, ya que los diámetros de filtro de 49 mm, como el de mi IR72, fueron un estándar en los objetivos Pentax de enfoque manual. Pero al final decidí usar la Canon EOS 650 con dos objetivos. En realidad, me llevé dos, pero prácticamente solo usé uno con el filtro infrarrojo; el Olympus Zuiko Auto-W 21 mm f/3,5 con la montura adaptada de forma permanente con una montura Canon EF. Muy adecuado por su focal para el paisaje, el único miedo que me producía es que el filtro, cuya montura no es excesivamente fina, provocase un viñeteado mecánico, obscureciendo las esquinas de los fotogramas. Aunque en alguno de ellos se aprecia algo de esto, no es un efecto preocupante, no siempre se nota, y cuando lo hace, no queda mal.

Digitalicé los negativos fotografiándolos contra una mesa de luz con la Pentax K-S1 calzada con el objetivo SMC-A 100 mm f/4 Macro. Con la ayuda de una lente de aproximación, podría haber conseguido un elevado nivel de ampliación, aprovechando buena parte de los 20 megapíxeles que ofrece esta cámara, pero decidí no incluir ese complemento, y conformarme con unos cuantos menos, entre 11 y 12 megapíxeles, pero de mejor calidad.

Como poco a poco he ido depurando esta forma de digitalizar los negativos, para este formato pequeño me da una apreciable mejor calidad que con el escáner de sobremesa, que reservo para los negativos de medio formato.

Dicho lo cual, he decir que estoy bastante satisfecho con el resultado, aunque es mucho más cómodo y se obtiene una información más nítida con el formato medio, al que he vuelto en un par de carretes que he expuesto con posterioridad, aunque todavía no he revelado. Olvida decir que el revelado fue en Rodinal 1+25, durante 8' a 20 ºC.

No expuse todo el carrete bajo el filtro infrarrojo. Como no había utilizado nunca esta película en formato pequeño, cuando emprendí el camino de vuelta hacia el autobús urbano que me devolvería a casa, quité el filtro, y calcé el EF 50/1,8. Podría haber usado este objetivo con el IR72, tiene una montura de filtro de 52 mm, aunque con un adaptador permite usar sin problemas los de 49 mm, pero no me surgió la ocasión.

Os muestro algunos ejemplos de las fotografías con las que terminé el carrete. Sin filtro alguno, olvidé el filtro amarillo en casa, que me hubiera venido bien para aumentar el contraste, obtuve unas fotografías con una gradación de grises muy agradable, y un contraste relativamente bajo para las condiciones de luz reinantes. Evidentemente, la sensibilidad extendida hasta el infrarrojo cercano de la película se nota, y no tiene el mismo rendimiento que otras películas más comunes. Que guste más o menos, es una cuestión muy personal, no obstante. Pero es una película cómoda de usar, y con un grano contenido para tener una sensibilidad nominal de ISO 200/24º. Sirvan también para comparar la diferencia de estética entre usar o no usar el filtro que bloquea la luz visible en todo su espectro salvo el rojo más profundo, y a menudo invisible a nuestros ojos, y el infrarrojo cercano.

Estenopeica e infrarroja - Minuuuuutos de exposición con la Rollei Superpan 200

Con menos frecuencia de la que esperaba, fundamentalmente por culpa del tiempo, aunque no sólo, sigo experimentando y fotografiando en el espectro del infrarrojo. Hoy, por ejemplo, tenía disponible la mañana y parte de la tarde para hacer algún nuevo carrete en los puentes del Ebro, pero estamos con un buen nublado en Zaragoza y la temperatura no ha subido de los 22 o 23 ºC. Un tiempo más otoñal que de finales de verano en esta ciudad.

Tenía previsto durante unos cuantos días el combinar la fotografía estenopeica con la infrarroja. Durante todo el fin de semana pasado tuve preparado un equipo para ello, pero hizo mucho viento. Excesivo. Los tiempos de exposición previstos iban a ser largo. Pero por fin, el martes de esta semana tuve un momento, y el tiempo fue adecuado.

Elegí una cámara estenopeica para rollos tipo 120, película de formato medio, la Ondu Pinhole 6x12 Multiformat. Os recuerdo sus características; cámara de madera fabricada por Ondu en la República Checa, que admite este tipo de película, con la posibilidad de utilizar los formatos de 6x6, 6x9 y 6x12. También el 6x8, pero desperdiciando película. No merece la pena; obtienes el mismo número de fotogramas que en 6x9, pero más pequeños.

Como material sensible, la Rollei Superpan 200 Pro expuesta con la luz atravesando un filtro Hoya IR72, y aprovechando su sensibilidad extendida al rojo profundo y al espectro del infrarrojo cercano a la luz visible. El revelado se ha realizado en casa con Rodinal a baja concentración, 1:100, para aumentar la capacidad compensadora del revelador, en revelado desatendido durante 60 minutos a 20 ºC. Se ha digitalizado también en casa con Epson Pefection V600 Photo.

La localización elegida para las fotos ha sido en un parquecillo que tengo relativamente cerca de casa, en la plaza Crónica del Alba, a orillas del Canal Imperial de Aragón, donde este separa la barriada de Santa Gema, al sur del barrio de San José, del barrio de la Paz y el de Torrero. Quizá el momento más adecuado para fotografiar en el espectro infrarrojo son las horas centrales del día, pero como no fue posible, tuvo que ser entre las 6 y las 7 de la tarde. Lo que implica que las sombras empezaban a ser largas e invadir los paisajes. Como consecuencia, el aspecto inicial de los negativos fue el de unos fotogramas subexpuestos, con poca materia en las sombras, que aparecía muy transparentes. La medición de la luz se realizó con la aplicación myLightMeter en el iPhone.

Los tiempos de exposición oscilaron entre los 2:30 minutos en las escenas más iluminadas por el sol, y los 16 minutos, en las más sombrías. Hubo varios problemas a los que hacer frente.

El primero es que la cámara no dispone de ningún dispositivo para fijar filtros en la misma, por lo que tuve que idear un sistema para abrirla varilla de madera que hace de obturador al mismo tiempo que colocaba sin solución de continuidad el filtro delante del estenopo. Y dejarlo allí quieto...

Básicamente, en las seis exposiciones de 6x12 cm aproximadamente, que es el formato que elegí, tuve que permanecer lo más quieto posible para estorbar la exposición, que como he dicho fue de varios minutos. La más prolongada, 16 minutos. Pronto me di cuanta que la Holga-120 WPC, aunque más tosca y fea de aspecto, tiene algunos "refinamientos" que la hubieran hecho más apta para la prueba. También admite los formatos de 6x9 y 6x12. No el de 6x6. Y además incluye un pequeño nivel de burbuja, que también me hubiera venido bien. Reconozco que alguna de estas fotos tiene una corrección de convergentes realizada en el procesado digital. La segunda, concretamente.

El otro gran problema que hube de afrontar es el del cálculo del tiempo de exposición. A partir de tiempos de exposición de 1 segundo, prácticamente todas las películas en blanco y negro tienen un fallo en la ley de la reciprocidad. Si el fotómetro nos da una medición 1/8 segundo a f/8 para una índice de exposición de 6 (ISO 200 menos los entre 4 y 5 pasos de pérdida por el filtro IR72), para un diafragma de f/128 nos daría un tiempo de exposición de 30 segundos. Pero esto no es así con la mayor parte de las películas; haya que dar 2, 3 o 4 veces más tiempo de exposición. La que conozco que más se aproxima a esta situación ideal es la Fujifilm Neopan 100 Acros, pero esta no tiene sensibilidad extendida al infrarrojo. Lamentablemente.

El fabricante de la Superpan 200 no nos da una curva de corrección de la exposición para tiempos calculados de más de 1 segundo. Así que tuve que buscar por ahí. Para 30 segundos, alguna curva que encontré y me pareció fiable, proponía una corrección de un poco más de dos pasos. De ahí los dos minutos y medio de exposición para las situaciones más luminosas. Y de ahí los 16 minutos para las menos. En cualquier caso, tengo la sensación de que estas curvas son optimistas, y que aún hubieran necesitado más exposición.

El círculo blanco de esta última foto marca el final del rollo. Las Rollei, fabricadas por Agfa Gevaert para Macodirect, son de las que racanean un poco en la longitud del mismo. Así que van un poco justas para el último fotograma en algunas ocasiones.

La experiencia, para ser una primera vez que combino la estenopeica y el infrarrojo, no está mal, aunque podría haberlo planificado mejor. Y quizá, con más disponibilidad de tiempo, haber buscado un entorno más chulo, para obtener unas fotos más atractivas. Pero cuando se anda justo de disponibilidad, se hace lo que se puede. Por lo menos, ahora ya sé por donde me irán los tiros la próxima vez.

Como anécdota, siempre tengo miedo que al usar estas cámaras realice, sin querer, una doble exposición. Y al digitalizar los negativos tuve la impresión de que así había sido... lo cual me extrañó porque no era consciente del error. Luego me di cuenta que había colocado dos de ellos en el portanegativos del escáner. Así que ene esta ocasión, no cometí ese error irremediable, sino otro que sí tiene fácil remedio.